Hasta la próxima
HISTORIAS DESTACADAS
La Eucaristía es mi centro. Es donde encuentro la paz.
Fui criado en la fe protestante, por lo que la idea de que Cristo estuviera presente, en el Santísimo Sacramento en su totalidad humano y divino, era completamente extraña para mí.
Incluso después de que terminé mi RICA en 2006 y fui recibido en comunión plena en la Iglesia Católica, todavía no lo percibía. Quiero decir, entendí que "pensábamos" que Jesús estaba presente en la Eucaristía, pero no había captado o experimentado completamente esta verdad. Amaba a nuestra Iglesia y a la gente, era activo en nuestra parroquia y sentía que estaba en un buen lugar con respecto a mi fe, pero faltaba algo.
En preparación para el Sínodo en 2016, mi esposa, Michele, comenzó a asistir a la adoración semanal. Comencé a ver un cambio en su fe y amor por Jesús, ¡y quería eso también! Recuerdo que la primera vez que asistí a Adoración con ella, no tenía idea de lo que debería estar haciendo. La miré y estaba leyendo un libro y le pregunté: "¿Puedes hacer eso aquí?" Tenía tantas preguntas corriendo por mi mente, pero afortunadamente para Michele me mantuve callado. "¿Debería estar de pie?" "¿Cuándo me paro?" "¿Cuándo nos arrodillamos?" "¿Puedo arrodillarme?" "¿Debería estar arrodillado?" "¡Ese tipo está arrodillado, esa dama no!" "¡¿Por qué esa persona está acostada boca abajo en el suelo allí ?!" Fue un hermoso conjunto de preguntas.
Después de unos minutos, me tranquilicé y mi atención se centró en la custodia. Mientras miraba al Santísimo Sacramento, hice una pregunta simple: "Jesús, ¿eres tú?" Su respuesta fue sutil pero inconfundiblemente Él. Recibí una paz que era algo nuevo para mí. Fue una paz verdadera. Supe en ese momento que estaba Cristo presente.
La diferencia que ese momento hizo en mi vida fue el reconocimiento de que no necesito ser perfecto. Jesús vino a mí en esa capilla cuando estaba confundido acerca de qué hacer, me sentía fuera de lugar, tenía dificultades y estaba distraído. Se encontró conmigo justo donde lo necesitaba, y he recordado ese momento. Muchas veces desde entonces, he tenido momentos de desorden en mi vida de fe. He venido de nueve a Él distraído, sintiéndome indigno, frustrado con mi llamado, cansado, confundido, pecaminoso, irritado, y más. Y cada vez, Él viene a descansar conmigo y trae paz y calma. He aprendido que Él no se preocupa por cómo vengo a Él, sólo que vengo.
Hasta la próxima
VIVE LA EXPERIENCIA
Jesús está realmente presente. Jesús siempre está contigo. Siéntate en su presencia y ábrete a su voz.