Hasta la próxima
HISTORIAS DESTACADAS
Cuando tenía 18 años, estaba contemplando el suicidio. Era un niño muy introvertido. Estaba en la Universidad de Michigan y realmente la odiaba. Unos años antes, cuando tenía 16 años, mi padre, que era un converso al catolicismo, se casó con una chica irlandesa, me había dicho que lo más importante que había que hacer en tu vida era rezar todas las noches. Y no lo había hecho. Pero cuando tenía 18 años, estando en esta angustia, decidí orar.
Regresé a la escuela después de Navidad, y el segundo día que estuve allí, un grupo entró en mi dormitorio, eran del Alcance Cristiano en Ann Arbor y comenzaron a evangelizar a mi compañero de cuarto que era judío. Yo estaba muy callado sentado en mi cama. Uno de ellos era un tipo cristiano que estaba tratando de convencer a mi compañero de ir a una reunión de oración y no lo convencía. Después de 20 minutos dije: 'Si tú vas, yo voy', y mi compañero dijo que si, porque así terminaba la conversación.
Así que fui a esta reunión de oración carismática y honestamente lo vi todo muy loco, así que estaba a punto de irme, cuando ya me salía, escuché una voz decir: 'Esto es por lo que oraste. Será mejor que te quedes'.
Después de diez minutos más, me levanté otra vez para irme. La misma voz de nuevo dijo: 'Siéntate, esto es por lo que oraste'. Básicamente, no importó lo que sucediera a partir de ese momento, siempre supe que Dios me salvó la vida. Quiero decir, porque me respondió de una manera poderosa.
Cuando tenía 28 años, estaba orando a Dios porque quería salirme de un trabajo que tenía, y comenzar mi propio negocio. Y realmente lo quería porque tengo iniciativa empresarial por naturaleza. Y estaba orando a Dios y simplemente, en mi mente, recibí la palabra Dios que me decía que quería que fuera un centinela. Nunca me molesté en buscarlo en las Escrituras y ni en hacer nada al respecto. Simplemente hice lo que quería hacer.
La vida fue pasando y alrededor de agosto de 2009, después de pasar tres años trabajando medio tiempo ayudando a administrar el cuidado de mis padres. Posteriormente de cumplir con los tramites de sus patrimonios, mi padre me había dejado algo de dinero.
Hacía ya muchos años que no había ido a un retiro y mucho menos le había preguntado a Dios qué quería que hiciera. Así que decidí ir a un retiro de cinco días en un monasterio al norte del estado de Nueva York con mis dos hijos y algunos buenos amigos.
Fue un retiro en silencio, pero después de unos días, mi hijo Mark comentó que yo no era muy bueno para el silencio. El último día del retiro me tomé un tiempo en la capilla ante el tabernáculo para preguntarle a Dios qué debía hacer a continuación: ¿Debo comenzar un nuevo negocio o buscar un trabajo regular?
Me sorprendió mucho cuando vino a mi mente el fuerte pensamiento de ayudar al diácono Jack Gardner, un amigo mío, con su sueño de comenzar una escuela bíblica en Detroit. Jack Gardner era un amigo mío en la universidad que había cometido muchos errores. No podía imaginarlo dirigiendo ningún tipo de negocio con éxito, pero era amigo mío. Él me había hablado de la escuela bíblica y yo lo había ignorado, no lo había recordado hasta ese momento, frente a Jesús en el tabernáculo. Y él no sabía en ese momento, que yo tenía el dinero de mi padre.
Intenté ignorar la idea por un par de semanas, pero no desaparecía de mi mente. Así que fui a almorzar con mi amigo y le dije que Dios me estaba pidiendo que lo ayudara con el dinero que había recibido de la herencia de mi padre.
Mi amigo, estupefacto, me convenció no solo de poner el dinero para comenzar la escuela, sino también de ayudar a formar la organización y servir como tesorero de la Escuela Bíblica Católica de Michigan (CBSM). También me pidió que lo reemplazara como gerente administrativo en la parroquia de St. Linus en Dearborn Heights para que el pudiera pasar todo su tiempo trabajando en la escuela.
Trece años después, actualmente soy presidente de CBSM y gerente administrativo de la parroquia de St. John Neumann en Canton, Michigan.
Cuando Dios me dijo en la capilla que quería que yo fuera centinela, eso me sorprendió. Vino a mi mente inmediatamente el recuerdo de cuando tenía 28 años. Y esta vez me molesté en buscarlo para saber lo que tiene que hacer un centinela. Y entonces Dios me dio lo que yo llamo mi oración de centinela.
Cuando lo busqué, aprendí que los centinelas llevaban bastones para romper peleas, también llevaban lámparas por la noche para ayudar a los que tenían problemas, y vigilaban la puerta para proteger de enemigos, y abrían y cerraban las puertas todos los días.
Así que la oración de centinela dice así:
Oh, Señor. Permíteme usar el bastón que me has dado para traer paz a su Iglesia. La luz que me has dado para guiar a los hombres a Cristo. Y permíteme estar siempre listo para anunciar tu venida en tu gloria.
No hace falta decir que esto no era lo que esperaba cuando le pregunté a Jesús qué hacer en oración ante la Eucaristía en agosto del 2009. Diré que ha sido una gran aventura.
En adoración, estás de pie en la presencia física de Cristo, y ese es un lugar especial. Es un lugar sagrado. También es para mí un lugar al que voy cuando necesito algo. Es serio porque es un lugar donde el diablo no puede intervenir y donde está Cristo. Si siento que alguien en mi familia o yo mismo requerimos una ayuda en particular y necesito orar con alguien, ¿por qué no orar con Jesús en este lugar?
Hasta la próxima
VIVE LA EXPERIENCIA
Jesús está realmente presente. Jesús siempre está contigo. Siéntate en su presencia y ábrete a su voz.