Hasta la próxima
HISTORIAS DESTACADAS
Siempre he tenido una fe intelectual muy sólida como una roca en el centro de mi convicción. Recuerdo que cuando era niña e iba a educación religiosa, veía que algunos de mis amigos o compañeros a veces faltaban a clase porque tenían una lección de música, o una práctica deportiva, o lo que sea. E incluso cuando era niña, pensaba: '¿Por qué priorizan eso? Esto es lo más importante".
Nunca he dudado de la verdadera presencia de Jesús en la Eucaristía. Tengo confianza en que incluso cuando no me "siento" cerca de Dios, o estoy experimentando sequedad o desolación, la verdad de la fe es tan verdadera como siempre.
Como madre de niños pequeños, espero modelar mi amor por la Eucaristía para mis hijos.
Tengo dos niños pequeños de 1 y 3 años, y la misa puede ser un ejercicio agotador. No importa cuánto se ponga a prueba mi paciencia, la Consagración es el punto culminante de la Misa y siempre redirijo mi enfoque, y oriento el enfoque de mis niños pequeños, al altar cuando la hostia es elevada.
Mi esposo es el director de música y justo después de la Consagración cantan "Este es Jesús, Emmanuel; Dios está con nosotros en este Sacramento. Ven a recibirlo, adoradlo; este es Jesús, nuestro Señor". ¡Siempre me concentro en la seriedad del momento! Me siento fortalecida en ese instante cuando se me recuerda que Jesús está verdaderamente presente, dándome Su gracia en todo momento.
Tener hijos es una gran transición en muchos sentidos. Y luego sucedió el COVID. Cuando comenzó el encierro, mi primer hijo tenía unos nueve meses y teníamos ya la costumbre de ir a misa todos los días. Pero luego llego el COVID, después el verano, y después él ya estaba caminando, y ya todo cambió.
Cuando comenzó el confinamiento, mi hijo ni gateaba todavía, así que había menos distracciones en la Misa porque prácticamente se quedaba en un solo lugar. Y luego, después del encierro ya estaba corriendo por todas partes, y había mucha más distracción en ese momento.
A pesar de que a veces es difícil con los niños, o no siento la energía suficiente como para vestir y alimentar a mis hijos antes de ir a Misa, o llego tarde porque mi hijito se negó a que lo alistara, o lo que sea, esa convicción inquebrantable de que Dios realmente está, presente en el universo, me da motivación al menos a nivel intelectual. Necesitamos llegar a misa. Jesús viene a un alma íntimamente. Eso es algo muy humilde, que él nos permita a las criaturas pecaminosas recibirlo.
Definitivamente siento esta paz y alegría durante la consagración y mientras voy a recibir Comunión, y especialmente con mi hijo pequeño, que está muy interesado en ir y recibir la bendición del sacerdote o diácono. Él es consciente de que la gente está recibiendo la Comunión, ¡y que ese es Jesús
Y aunque hay caos en mi propia vida personal, así como en el mundo que nos rodea, existe la paz y la alegría que provienen de la estabilidad de nuestra fe: que Dios es inmutable cuando todo lo que nos rodea puede estar cambiando tanto.
Hasta la próxima
VIVE LA EXPERIENCIA
Jesús está realmente presente. Jesús siempre está contigo. Siéntate en su presencia y ábrete a su voz.