Hasta la próxima
HISTORIAS DESTACADAS
Al pesar de haber crecido en la Iglesia, para cuando comencé la secundaria, me sentía desconectado. A medida que crecía en mi adolescencia, comencé a tener preguntas sobre el mundo que me rodeaba y el significado de la vida. Para encontrar respuestas a estas preguntas, recurrí a Internet y YouTube y me topé con personas como Richard Dawkins.
Siempre sobresalí en la ciencia en la escuela y pensé que la lógica de la ciencia estaba en desacuerdo con la religión. Vi la religión como una creación de mitos humanos y una forma obsoleta de dar sentido a un mundo antes de que los descubrimientos científicos pudieran explicar el mundo. Lo que comenzó como una duda, rápidamente se convirtió en agnosticismo, luego en ateísmo, poco después en ateísmo militante.
Este viaje "espiritual" resultó en que me comprometiera profundamente con ideas como el que no hay verdad objetiva, correcta o incorrecta, y no hay un propósito final para la vida en un universo incierto y sin sentido. Yo discutiría estos puntos de conversación con amigos que creían en Dios. Recuerdo ir a misa con mi familia durante este tiempo y sentarme en las bancas, pero sintiéndome ajeno. No podía entender cómo todos los demás en la iglesia podían creer en algo que yo pensaba, en ese momento, que era tan claramente una ficción. Aunque segUIa los la dinámica, no sentía nada y no creía en las palabras que se profesaban. No solo me había aislado totalmente de Dios, sino que estaba contento con ello. Tenía estas creencias profundamente cuando entré a la universidad, pero por la gracia de Dios uno de mis mejores amigos me invitó a asistir a un retiro católico. Si bien nunca hubiera elegido ir a este retiro por mi cuenta, quería pasar tiempo con mi nuevo amigo. Además, que era una oportunidad gratis para salir de la universidad. El retiro comenzó con juegos para romper el hielo y varias personas dieron platicas. Si bien disfruté conociendo gente nueva, todavía no me sentía diferente acerca de mis creencias. Se anunció al final de la primera noche del retiro que habría adoración del Santísimo Sacramento. Hasta este momento de mi vida, nunca había oído hablar de la adoración. No tenía idea de que mi vida estaba a punto de cambiar para siempre.
En una habitación oscura en una sala de retiros, mientras el incienso se elevaba frente a la única luz que iluminaba la custodia, miré al Santísimo Sacramento y mi mente estaba vacía. Esta vez no estaba vacío como cuando estaba en misa como no creyente. Esta vez, me sentí muy quieto y tranquilo. Me senté en el piso duro de la sala de retiros y miré a la Hostia. Después de un tiempo en silencio, un sacerdote rompió la quietud ofreciendo una reflexión sobre la que meditar, que terminó con él diciendo: "Dios es amor y donde hay amor hay Dios".
En este momento, mi mundo se vino abajo.
Me di cuenta de que ya no solo estaba mirando a la hostia, sino que Jesús me estaba mirando amorosamente. Esta fue la respuesta que estuve buscando durante tanto tiempo. Esta frase me ayudó a darme cuenta de lo mucho en que no había entendido de que se trata. Toda mi comprensión de Dios era reductiva e infantil. Esta simple frase combinada con la presencia de Jesús en esa sala contenía más razón y lógica que todos los argumentos hechos por los oradores ateos en YouTube.
Mis ojos se llenaron de lágrimas cuando me sentí lleno de la presencia muy real de Jesús. Aunque me había cerrado a su realidad, él no me había abandonado. Estando en su presencia, no pude negar la realidad que no había podido ver durante años. En ese momento, pasé de la incredulidad a la creencia eterna. En esta experiencia de adorar a nuestro Señor, llegué a ver claramente que Dios es real y aunque no siempre siento que lo merezco, que soy amado por Él, completa e incondicionalmente. La Eucaristía sigue siendo la parte central de mi vida de fe. A menudo me siento colmado por el amor de Dios en la Misa cuando el sacerdote dice las palabras de consagración y el simple pan y vino se transforman literal y misteriosamente en el Cuerpo y la Sangre de Jesús. Incluso cuando las misas públicas se suspendieron durante el comienzo de la pandemia de COVID, caminaba hacia la iglesia y ponía mis manos en los ladrillos exteriores de la Iglesia donde estaba el tabernáculo, solo para sentirme más cerca de su presencia. Amo mucho la Eucaristía y estoy agradecido de que mi vida haya cambiado para siempre al encontrarme con Jesús en adoración.
La Eucaristía es la razón por la que soy católico. La Eucaristía fue el comienzo de mi reversión a la fe y continúa sosteniendo e impulsando el proceso de conversión que ocurre en mi corazón a diario. No sé a dónde estaría yo hoy si no fuera por el encuentro directo con Jesús durante la adoración Eucarística y el amor continuo que Jesús nos derrama en la Eucaristía.
Hasta la próxima
VIVE LA EXPERIENCIA
Jesús está realmente presente. Jesús siempre está contigo. Siéntate en su presencia y ábrete a su voz.