Hasta la próxima
HISTORIAS DESTACADAS
Fui criado católico, mis dos padres son muy católicos, pero hubo un tiempo en el camino de mi vida cuando crecía y me fui alejando de la fe. Iba a misa el domingo, pero me levantaba lo mas que podía durante la misa y caminaba para hacer otra cosa. Fui a muchas misas sin recibir la Comunión y simplemente iba al frente para una bendición o ni siquiera eso.
Recuerdo un momento en particular cuando estando en la escuela secundaria, andaba pasando por un tiempo realmente difícil. Estaba acostumbrado a tener muchos amigos a mi alrededor y según yo, saber cómo sería mi futuro. Me gustaba tener el control, supongo. Mientras mas años tenía, mas amigos perdía, y más relaciones había dañado. Estaba dejando que todos se quedaran a un lado en el camino debido a mis propias ansiedades. Trataba de controlarlo todo. Recuerdo que mi padre me dijo: '¿Por qué no puedes pedir ayuda? ¿No puedes simplemente hacer una oración?' Lo miré directamente a los ojos y le dije: 'No'.
La escuela a la que yo iba, estaba conectada a nuestra iglesia, y un día caminé ahí después de la escuela, no sé por qué razón, me sentí atraído a la iglesia principal donde tenían adoración. Fue gracioso porque ni siquiera oraba.
No me levanté, simplemente me senté ahí, y probablemente sentí más paz de la que había tenido en todo el año. Pero una vez que acabé, me levanté y volví a lo que estaba haciendo. No volví a pensar mucho en ese momento.
Mi abuelo y yo teníamos una relación muy cercana. Todavía él es parte del movimiento provida y de todo lo que tiene que ver con la iglesia. Vivimos con él por tres años, así que nos acercamos mucho. Pero esta fue una de las relaciones que sufrió cuando estaba pasando por este momento difícil. A el solo le gustaba hablar de fe y religión, y en ese momento mi corazón, no tenía ninguna fe, así que no quería escuchar lo que me tenía que decir.
Bueno, no mucho después de ese momento de adoración, estaba platicando con mi abuelo, y él había sugerido la adoración Eucarística. Me dijo: 'Ve a adoración, haz una hora santa'. Lo miré y pensé: 'No, no, no, no tengo tiempo'.
Me miró y me dijo: '¿Con qué frecuencia vas al gimnasio?' Le dije: 'Como un par de horas al día'. Y él continuó: '¿Con qué frecuencia ves la televisión?' Le dije: 'Bueno, una hora más o menos'. Me dijo: ‘Entonces, ¿por qué no puedes encontrar una hora para Jesús y sentarte con Él?’
Pensando en ese entonces, él tenía razón. Pero en ese tiempo, no significó nada para mí. Estaba pensando recientemente acerca de esto, y me di cuenta de que no era un problema de tiempo. Iba al gimnasio porque creía que estaría más en forma, más saludable y que vería resultados. Salía con amigos porque sabía que tendría relaciones más fuertes. La razón por la que las palabras de mi abuelo cayeron en saco roto o en oídos sordos, por así decirlo, no fue porque tuviera un problema de tiempo, sino porque tenía un problema de fe.
Realmente no creía que la adoración haría nada por mí. Ciertamente no creía que estaba en la presencia de Dios, ¿sabes? No solo dudaba de que Él estuviera realmente allí, sino que incluso si lo estaba, pensé que no se preocupaba por mí, o que no querría escucharme. Así que no era que no tuviera tiempo para ir una hora entera al menos una vez a la semana, sino que no creía que importase y valiese la pena mi tiempo.
No tuve un momento grandioso en que cambió mi vida. Yo creo que para mí, el Santísimo Sacramento y el poder del Espíritu Santo fueron tan grandes en mi vida porque no fue un solo evento ni nada por el estilo. Fue poco a poco, solo Él trabajando en mí.
Poco a poco, simplemente diciendo que sí, yendo al Santísimo Sacramento, permaneciendo en la gracia de Dios y recibiendo la Eucaristía, (junto con muchas oraciones de aquellos en mi vida) mi vida se fue transformando. Mirando al pasado, es sorprendente lo mucho que el Santísimo Sacramento significa ahora para mí. Ahora me levanto por la mañana una hora antes, o busco y trato de encontrar una iglesia que tenga adoración, porque ahora significa algo para mí. No importa lo que esté pasando, no importa en qué estado mental estemos, o qué tan malo sea un día o qué tan mala sea una semana o lo que sea, o si tenemos miedos, necesitamos ir a Nuestro Señor. Él ya te escogió y solo quiere que tú lo escojas a Él.
Significa todo. Quiero decir, ahora ni siquiera puedo imaginar perderme la Misa. Si bien no puedo elegir un momento clave que me cambió, miro hacia atrás y veo la mano obrante del Señor en el camino. Solo necesito elegirlo todos los días. Trato de hacer tiempo para estar con Él. Es ahí realmente donde encuentro la mayor paz, cuando estoy en misa o cuando estoy en una hora santa, o simplemente quedándome unos momentos.
Especialmente hoy en día, sigo pidiéndole a Dios: 'Por favor, ven a mí, por favor ven a mí, por favor quédate conmigo. Te necesito. Voy a cerrar los ojos, y cuando los abra, quiero que todo esté bien".
Si hay algo que he escuchado a Dios susurrar cuando le pido: 'Por favor, ven a mí', es Él diciendo: 'Yo estoy aquí'.
Hasta la próxima
VIVE LA EXPERIENCIA
Jesús está realmente presente. Jesús siempre está contigo. Siéntate en su presencia y ábrete a su voz.