Hasta la próxima
HISTORIAS DESTACADAS
Una de las cosas que siempre he dicho es que la infertilidad es el dolor que ocurre mes tras mes.
Mi esposo y yo, recién casados, sabíamos que queríamos tener hijos de inmediato. Mes tras mes, lo intentamos y no quedaba embarazada. Así que pensamos: 'Está bien, puede tomar algún tiempo'. Bueno, llegó y pasó un año.
Ir a misa semanalmente con mi esposo, especialmente después de ese primer año cuando no había quedado embarazada, pasaba mucho tiempo llorando. Me refería a mi llanto como lágrimas santas porque yo tenía mucho sentimiento, y no importaba lo que pasara por mi mente o mi corazón en ese momento, solo lloraba. Sin poder parar, las lágrimas simplemente caían. Cuando iba a recibir Comunión, no me quitaba todo, pero simplemente me sentía mejor.
Había momentos en que íbamos a misa y había personas que tenían varios niños. Eso es algo que mi esposo y yo realmente queríamos, y no podíamos tener uno. Cuando estaba con otros miembros de la familia, o incluso con otras personas en nuestra parroquia que tenían seis o siete hijos, era muy, muy difícil.
Ir a Misa y recibir la Eucaristía mientras estaba en medio de la infertilidad, fueron dos cosas para mi muy importantes. Cuando me sentía enojada con Dios, cuando me sentía perdida, olvidada y no lo suficientemente digna, cada vez que repetía las palabras: ‘Señor, no soy digna de que entres en mi casa, pero una palabra tuya bastará para sanarme’, Mi corazón era sanado, y sabía que las promesas de Dios para mí eran mucho más de lo que jamás podría haber imaginado.
Durante la Consagración de la Eucaristía, ni siquiera sé cómo explicarlo, pero algo me llena completamente. Cada vez que voy a misa, cada domingo, es casi como una renovación de esperanza para mí; Es como tener una esperanza sobrenatural siempre restaurada cada semana.
Nuestra lucha contra la infertilidad continuó durante cuatro años. Seis médicos de fertilidad diferentes nos dijeron que nunca podríamos concebir sin FIV. Después de ver a ese sexto médico, descubrí al mes siguiente que estaba embarazada sin absolutamente ningún medicamento, nada. Hoy, tengo un hijo de siete meses.
Espero que para mi hijo que la Eucaristía sea restauradora de la misma manera que siempre lo ha sido para mí. Y espero que le traiga esperanza y alegría. Estaba orando por él la otra noche y oré para que no tuviera que pasar por un trauma. Y que si, Dios no lo quiera, tuviera que pasar por un trauma, que de alguna manera pueda encontrar paz y gracia en la Eucaristía de la misma manera que su padre y yo lo hemos hecho. Espero que también sea restauradora para él.
Hasta la próxima
VIVE LA EXPERIENCIA
Jesús está realmente presente. Jesús siempre está contigo. Siéntate en su presencia y ábrete a su voz.